
Bien dicen que las visitas llegar sin avisar y que son siempre una sorpresa. Pero al contrario de las visitas tradicionales, la visita de Raúl de la Horra al IGA, por cuestiones de su libro quedó muy bien. En la reunión pasada del club de lectores en el Instituto Guatemalteco Americano, tuvimos la visita de Raúl de la Horra, identificado en voces de algunos de sus lectores como el irreverente del espejo. Esto en alusión de su último libro: El Espejo Irreverente.
Dentro de la reunión se tocaron aspectos importantes sobre el libro y algunos cuestionamientos sobre las lecturas del libro. Sobre la visión un tanto fatalista que tiene de Guatemala y el caos en el que, según de la Horra, se encuentra sumergida la sociedad guatemalteca.
Es claro, que un libro como el de Raúl de la Horra venga a levantar algunas ronchas que aparentemente están sanas, pero de eso se trata la irreverencia en el libro que presentó en el IGA. Algo muy común en esta sociedad, sentirnos ofendidos por nuestras verdades. Raúl como todo guatemalteco, cree que de alguna manera sus columnas pueden de manera gradual, reducir ese sentimiento de pesimismo, y empezar, por fin, a reírnos de nosotros mismos, acto muy poco practicado.
Con forme la lectura y los cometarios dados por los lectores del libro, de la Horra desata lentamente ese velo de misticismo y esa eterna aurora de diosificación que le tenemos a Guatemala, donde este país es una víctima más. Y claro que lo es, de nuestros lamentos. El autor nos da una dosis de realismo, con un toque de amargo humor que luego se vuelve el dulce reconocimiento de nuestras debilidades.
En términos generales la visita de Raúl de la Horra cayó de la mejor manera. La mayoría de los asistentes quedaron satisfechos, y los que no quedaron, pues, fue por la falta de tiempo para platicar con el autor.
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