
Flores blancas, velas, música, incienso y hasta velo de novia para decorar el círculo de amigos que comentaban el libro de Ana María Rodas. Ése fue el ambiente externo.
El interno, fue la disponibilidad de María Eugenia, Marco Tulio, Carlos Gerardo, Luis Esteban, María Magdalena, Verónica, Roxandra, Erwin, y los nuevos amigos, Manfredo y Carlos Castillo, Eduardo Juárez y amigo, quienes disfrutaron de compartir a “Mariana en la tigrera” y especialmente la parte en la que se reveló la presencia anónima de la autora entre nosotros, bajo el nombre de su hija, Lucía.
Ana María nos conquistó con su sencillez, humanidad, con la emoción que ella misma experimentaba en ese momento de gracia en que se convirtió la reunión de nuestro Club de Lectores. Cada uno, desde nuestra perspectiva, disfrutamos enormemente de este momento de ampliar nuestros conocimientos, de experimentar la emoción de tener a una escritora famosa y controversial entre nosotros. Lo expresan muy bien las palabras de María Eugenia: “Me encantó tener al lado a Ana María Rodas”.
Esto es exactamente, uno de los propósitos del Club, acercar a escritores y lectores; poder aprender de ellos, poder conocerlos, tratarlos y llegar a quererlos, así como vamos enamorándonos de su literatura.
Gracias Ana María, gracias amigas y amigos, por haber hecho magia en nuestra reunión.
Prometemos publicar las fotos en cuanto las tengamos.
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